MUJER FUE SECUESTRADA Y VIOLADA PERO CRISTO CAMBIÓ SU VIDA

Midsi Sánchez fue secuestrada y violada, a los 8 años de edad, pero Cristo cambió su vida. Este traumático suceso dejó una profunda huella en su corazón y en su vida. Sin embargo, gracias a su fe en el Cristo, logró sanar su alma y encontrar la fuerza para perdonar a su agresor. Este acto de perdón no solo liberó a Midsi de la carga del rencor y el odio, sino que también le permitió seguir adelante con su vida y enfocarse en su crecimiento personal.
Mujer fue secuestrada y violada cuando era niña.
De regreso a su hogar, se topó con un caballero que le solicitó ayuda. «Me pidió amablemente que le alcanzara un pedazo de cinta adhesiva que se encontraba en el suelo de su automóvil, ya que había sufrido una fractura de cadera en un accidente de bicicleta y no podía agacharse», relató a CBN News. La bondad, generosidad y disposición a servir siempre fueron valores inculcados por mis padres, por lo que no dudé en brindar mi ayuda. Cuando Midsi recibió la cinta, el individuo la coaccionó para que subiera al vehículo: «Traté de abrir la puerta y sentí que estaba bloqueada.
No pude desbloquearla desde el interior. Me amenazó con dispararme si intentaba escapar y le creí». Durante los dos días siguientes, el secuestrador la obligó a ingerir alcohol y la sometió a abusos sexuales. «Mi corazón se quebrantó al darme cuenta de que nadie vendría en mi rescate. Los recuerdos de sentirme sucia y exhausta aún persisten en mi mente», rememoró la joven con pesar. En el tercer día, Midsi evocó una conversación que tuvo con su tío, quien le enseñó a orar: «Sabía que mi destino era la muerte y eso me impulsó a elevar mis plegarias. Le supliqué al Señor: Perdóname por haber molestado a mi hermana mayor y hazle saber a mi familia cuánto los amo. Amén».
Según ella, posteriormente a ese terrible incidente, el secuestrador la abandonó dentro del vehículo y ella logró escapar. Un amable camionero, al percatarse de la situación, inmediatamente alertó a las autoridades, quienes rápidamente llevaron a Midsi de regreso a su familia. El secuestrador, quien confesó haber cometido el atroz acto en contra de otras diez niñas, fue detenido y, tras ser condenado, finalmente falleció mientras cumplía su condena en prisión. Aunque Midsi se encontraba a salvo físicamente, tuvo que enfrentar numerosos desafíos emocionales y psicológicos.
Mujer vivió deprimida producto de la violación.
«Sólo deseaba ocultarme. No tenía intención de hablar sobre lo que me ocurrió, ya que sentía que nadie lo sabía o comprendía. Ya no podía verme a mí misma como a una niña, y eso destrozó mi corazón. Siempre me he sentido triste, deprimida y preocupada». Durante la secundaria, Midsi comenzó a recurrir al consumo de alcohol y drogas como una forma de aliviar el dolor. A los 14 años, se había convertido en adicta al alcohol. «Nunca he deseado permitir que alguien se acerque lo suficiente como para causarme daño nuevamente. Durante muchos años, mi vida estuvo envuelta en el consumo de alcohol, cocaína y éxtasis, así como en peleas de pandillas y detenciones. No creía que hubiera algo bueno en este mundo.
Sentía una gran ira dentro de mí», expresó Midsi. A los 16 años, Midsi se enteró de la desaparición de otra niña de tan solo 8 años y sintió la obligación de ayudar. Organizó búsquedas y compartió su propia historia para concientizar a las personas. En cierta ocasión, la madre de la mejor amiga de una joven la invitó a la iglesia. En ese momento, la vida de esta joven experimentó una transformación significativa. A pesar de no saber qué esperar, decidió acudir al altar y entregar su vida a Jesús. Fue en ese instante cuando sintió que la presencia de Dios la envolvía por completo y comprendió que el poder del Señor era real.
Cristo le sano su corazón por completo.
A partir de aquel día, Midsi decidió consagrar su existencia a Cristo. No obstante, aún cargaba con profundas heridas provenientes de su pasado. Dedicando tiempo a la lectura de la Biblia y bajo el amparo de sus pastores, Midsi fue instruida acerca de la trascendencia del perdón. «Aprendí que mi sanación radicaba en mi capacidad de perdonar y pedir perdón. Esto transformó por completo mi vida, ya que durante mucho tiempo me aferré a un resentimiento y una falta de perdón hacia las personas que me lastimaron. A lo largo de mi existencia, varias personas me dijeron que no era necesario perdonar al hombre que me secuestró y violó».
Durante una reunión de oración y liberación con sus pastores, ella confeso que tenía ira, el abuso y el trauma en su vida. A través de la confesión a Dios, sintió que un demonio abandonaba su cuerpo y que el fuego de Dios lo poseía. Se arrepintió y pidió perdón a Dios por todo lo malo que había hecho debido a su ira y amargura. Además, logró perdonar al hombre que lo había secuestrado y causado daño, lo que le permitió experimentar gozo y paz.
Midsi ha encontrado en su fe una manera de superar el trauma que sufrió en su infancia. Creó la «Fundación Midsi Sánchez», una organización sin fines de lucro, busca ayudar a niños que han sido víctimas de abuso sexual o desaparición. Su identidad ahora está en Cristo, quien le ha dado la paz y la libertad que necesitaba para dejar atrás la amargura que la consumía.
Fuente: Aepmp News