CUANDO JESÚS ESTABA EN LA CRUZ, TÚ ESTABAS EN SU CORAZÓN
Cuando Jesús fue crucificado y soportó el peso de nuestros pecados, su corazón estaba lleno de amor y compasión. En ese momento trascendental, en medio de su sufrimiento, tú estabas en su corazón. La crucifixión de Jesús fue un acto de sacrificio supremo, un acto de amor incondicional hacia la humanidad. A través de sus palabras y acciones, Jesús nos enseñó el camino hacia la salvación y la redención. Su corazón estaba lleno de amor por todos nosotros, incluso en el momento más oscuro y doloroso de su vida terrenal.
La Biblia nos revela el amor inmenso que Jesús sentía por cada uno de nosotros.
La Biblia nos revela el amor inmenso que Jesús sentía por cada uno de nosotros. En Juan 3:16, se nos dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna». Esta cita bíblica nos muestra el amor infinito de Dios y cómo Jesús fue enviado al mundo para salvarnos.
En Romanos 5:8, encontramos otra cita que nos habla del amor inmenso de Jesús: «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros». A pesar de nuestros pecados y fallas, Jesús decidió dar su vida por nosotros. Su amor es tan grande que incluso en nuestra condición de pecadores, él nos amó lo suficiente como para morir en la cruz.
El sufrimiento de Jesús en la cruz fue una prueba de su amor incondicional. En Isaías 53:5 leemos: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados». Estas palabras nos muestran cómo Jesús sufrió por nuestros pecados, llevando sobre sí mismo el castigo que merecíamos. Su sacrificio nos trajo paz y nos permitió ser sanados espiritualmente.
El amor incondicional que Jesús demostró en la cruz.
En medio de su agonía en la cruz, Jesús no olvidó a ninguno de nosotros. En Lucas 23:34, dice: «Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». A pesar del dolor y la injusticia que estaba experimentando, Jesús intercedió por aquellos que lo crucificaron. Su corazón estaba lleno de perdón y compasión incluso en ese momento tan difícil. La crucifixión de Jesús es un recordatorio poderoso del amor inmenso que Dios tiene por cada uno de nosotros.
A través de su sacrificio en la cruz, Jesús nos mostró el camino hacia la salvación y nos ofreció la oportunidad de tener una relación cercana con Dios. En este tiempo de reflexión y meditación, recordemos siempre el amor incondicional que Jesús demostró en la cruz. Que su sacrificio nos inspire a vivir vidas llenas de amor y compasión hacia los demás. Que podamos llevar en nuestros corazones el mensaje de esperanza y redención que Jesús nos dejó. Cuando Jesús estaba en la cruz, tú estabas en su corazón. Que esta verdad nos llene de gratitud y nos motive a vivir cada día siguiendo sus enseñanzas y compartiendo su amor con aquellos que nos rodean.
Fuente: Aepmp News