ATLETA OLIMPICA SE RECONCILIO CON DIOS Y FUE SANA DE LA DEPRESIÓN
Mary Sanders, la gimnasta olímpica de EE.UU. Vivió una historia de transformación después de su retirada del deporte, pasó por un período de depresión. Durante este tiempo, buscó respuestas y consuelo en Dios. Fue Dios quien la ayudó en situaciones difíciles a lo largo de los años. Mary empezó su carrera olímpica a la edad de cuatro años, animada por su papá y él era un ex gimnasta estadounidense.
Jesús fue su guía y maestro.
Jesús se convirtió en su guía y mentor, ayudándola a encontrar un nuevo propósito y significado en su vida después del retiro. En momentos de incertidumbre, soledad, encontró consuelo y fortaleza en Dios. La fe le proporcionó la motivación para perseverar y superar obstáculos, tanto en su vida personal como en su carrera después de la gimnasia. Quería ser como su padre y que estuviera orgulloso. Constantemente la llamaba pequeña atleta olímpica.
Mary conoció a Cristo a la edad de seis años, pero, dos años después, su padre falleció de cáncer de huesos. Y desde entonces, ha estado molesta con Dios porque su papá murió. No solo perdió a su papá, sino también perdió a su entrenador. Mary contaba con el apoyo de su madre, Jaci, y su tía, Corinne, para mantener unida a su familia y perseguir su sueño de una carrera olímpica. Mientras animaban Jaci y Corinne enfatizaban la importancia de poner a Dios en primer lugar.
Su mamá y su tía se mantuvieron orando.
Mary pensaba que si no llegaba a los Juegos Olímpicos, decepcionaría a su padre fallecido y su madre estaba sacrificando todo por sus hijos. No podía defraudarlos, así que la gimnasia el era su dios. A los11 años, ya estaba entrenando y compitiendo internacionalmente. Se sentía sola, pero su mamá lo ponía versículos de la Biblia en su bolso: Sé fuerte, sé valiente porque Dios está contigo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Mary cumplió su sueño, cuando representó a los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 2004 en Atenas. Izó cuatro rutinas de piso y no cometió error. Luego de los Juegos Olímpicos, se retiró de la gimnasia y consiguió trabajo como acróbata en el «Cirque Du Soleil». Pero le gustaba actuar, viajar constantemente y empezó a sentir la soledad, quería permanecer en su cuarto, tratando de olvidar su dolor. Lo era difícil poner a Dios primer lugar.
Mientras tanto, su mamá y su tía oraban siempre por ella. En el 2009, Mary finalizó su gira y continuó trabajando independiente. Pero cayó en depresión debido que no podía conseguir trabajo y no sabía qué hacer. Entonces decidió retomar los caminos del Señor y pasaba tiempo leyendo la Biblia y asistiendo a la iglesia. Nada se puede hacer lejos de Dios y reconciliarse con Dios, fue de mucha bendición para su vida. En el 2018, se casó con David, con quien tiene dos hijos. Escribió su historia, pero tuvo que sanar heridas y seguir adelante confiando en Dios.
Fuente: Aepmp News