Anciano conoció el evangelio a temprana edad, confía en Él y en su promesa. Vale la pena compartir la Palabra de Dios, porque nunca sabemos el impacto que tendrá en quienes lo necesitan; confiando en que su Palabra no volverá vacía, como dice Isaías 55:11. A lo largo de los años, le regalé una Biblia a un amigo en el trabajo, al principio, dijo que no lo necesitaba, pero luego lo tomó.

Años después, le escribió para decirlo que deseaba ir a una iglesia. Luego se convirtió a Cristo y hoy en día predica la Palabra de Dios. Fue Dios quién toco su corazón para que siguiera los caminos de Señor, porque el ser humano solo es un instrumento del Señor Jesucristo. «Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna». Juan 3:16.

Dios es fiel en sus promesas.

Sembrar es la labor de todos, pero la cosecha es obra de Dios. Nunca sabemos con precisión el impacto de nuestras acciones aparentemente pequeñas. Pero confiamos en que Dios usa nuestras palabras y gestos para tocar corazones. Regalar una Biblia es una pequeña semilla que puede germinar y transformarse en algo grande en la vida de otros. Vale la pena compartir siempre el Evangelio con fe, esperanza y amor.

Nunca sabemos cuándo alguien puede necesitarlo, ni cómo Dios usará nuestras palabras. Solo confiamos en su promesa de que su Palabra no volverá vacía. Fue operado de cáncer de páncreas y tuvo la oportunidad de hablar con las enfermeras acerca de la Palabra de Dios. Y la mayoría piensa en su carrera profesional. No tuvo miedo a someterme a una cirugía y contento con el resultado que fuere. A Dios gracias todo salió bien, ¡Lleva más de 60 años de casado! con su esposa Margot.

Fuente: Aepmp News