CUANDO ME VEAS MAL, ORA POR MÍ EN LUGAR DE CRITICARME

Si alguna vez me encuentras en dificultades, ora por mí.
Si alguna vez me encuentres en dificultades, ora por mí en lugar de destruirme con tus palabras. Levántame con tus rodillas, eleva una plegaria en mi nombre para que pueda encontrar consuelo y fortaleza. En lugar de destruirme con tus palabras, te ruego que las utilices para edificar y alentar. La práctica de la oración es un acto poderoso y significativo. Nos conecta con lo divino y nos brinda una sensación de paz y esperanza. En momentos de dificultad, la oración puede ser un bálsamo para el alma, una fuente de alivio y consuelo. Por eso, te pido que, si me ves mal, reces por mí.
La Biblia nos enseña la importancia de la oración en numerosos pasajes. En el libro de Filipenses 4:6-7 se nos insta a no preocuparnos por nada, sino a presentar nuestras peticiones a Dios en oración, con acción de gracias. Nos asegura que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús. En el Salmo 34:17-18 se nos dice que el Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido. Cuando estamos pasando por momentos difíciles, Dios está ahí para escucharnos y brindarnos consuelo. Nos invita a clamar a Él y promete responder.
Orar los unos por los otros.
En Proverbios 15:4 se nos recuerda que una palabra amable puede ser como un árbol de vida, pero las palabras hirientes pueden quebrantar el espíritu. Por eso te pido que, en lugar de destruirme con tu lengua, utilices tus palabras para levantarme y alentarme. Una palabra de aliento puede marcar la diferencia en la vida de alguien que está pasando por momentos difíciles. La oración y las palabras amables son herramientas poderosas que todos podemos utilizar para ayudarnos mutuamente. Al elevar una plegaria por mí, estás demostrando tu amor y preocupación, y estás invocando el poder divino para mi bienestar. Al utilizar tus palabras para edificar y alentar, estás siendo un agente de esperanza y consuelo en mi vida.
Así que te animo a que, si alguna vez me ves mal, ores por mí. Levántame con tus rodillas y no me destruyas con tu lengua. Recuerda las palabras del apóstol Pablo en Efesios 4:29: «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes». Que nuestras palabras siempre sean una fuente de gracia y bendición para los demás. En conclusión, si me ves en un estado de ánimo desfavorable, te pido que ores por mí. La oración puede traer consuelo y fortaleza en momentos difíciles. Utiliza tus palabras para edificar y alentar, en lugar de destruirme. Recuerda las enseñanzas bíblicas sobre la importancia de la oración y el poder de las palabras amables. Juntos, podemos ser agentes de esperanza y consuelo en la vida de los demás.
Fuente: Aepmp News